¿Quién dijo miedo?

Tener miedo no es un buen negocio, el tiempo es relativo pero al final sentimos que la vida es muy corta, nuestra transición de niños a adultos se nos hace eterna sin embargo al llegar a cierta edad adulta miramos hacia atrás y nos da la sensación de que tan solo fue un instante.
El ser humano tiene mecanismos naturales de defensa, desde que nacemos aprendemos algo nuevo a cada momento; el reflejo natural es de supervivencia, apartarnos de lo que nos hace daño. Un ejemplo sencillo, cuando de niños nos pegábamos una carrera y, casi por ley de la vida, tropezábamos y caíamos de rodillas, en el mejor de los casos. Inmediatamente nuestro mecanismo de defensa nos indica que una carrera sin sentido, por puro impulso, puede tener cierto riesgo que puede resultar en un dolor tremendo.
De este modo crecemos y desarrollamos una cantidad de mecanismos de defensa que al cabo del tiempo, más allá de mantenernos vivos, nos van a limitar en cualquier actividad que desarrollemos. Un agravante de esta situación son las defensas heredadas, esos regaños o consejos de nuestros padres, amigos o familiares que lo hacen principalmente para protegernos. Sin embargo más allá de acumular una serie de precauciones que nos hagan reflexionar ante una serie de situaciones, lo que mayormente vamos acumulando y coleccionando son miedos.
Roberto Gómez Bolaños, el muy querido “Chespirito”, que en paz descanse, imprimió en uno de sus personajes icónicos una característica muy interesante. El Chapulín Colorado, el antihéroe latino por excelencia, es un personaje que estaría muy lejos de ser el superhéroe de nuestra elección, eso por ser torpe y descuidado. Pero lo más interesante es una explicación que Chespirito daba respecto al personaje, él decía que otros superhéroes como Superman o Batman eran personajes que carecían de miedo, eran temerarios en sus acciones, casi que no les importaba si sus enemigos tenían aspecto de ser más poderosos o atemorizantes. Pero la reflexión que el autor hace, del Chapulín, es de mucha valía, decía que de nada sirve un superhéroe sin miedos, eso no tiene ningún valor, lo que realmente debería importarnos es un superhéroe como el Chapulín, que al fin y al cabo es muy humano y está lleno de miedos pero a pesar de que sienta que algo lo supera es capaz de enfrentarlo y salir victorioso.
Esta reflexión es un reflejo de nuestras vidas, cuántas oportunidades hemos dejado ir simplemente porque nuestros miedos nos lanzan cientos de impulsos que nos hacen retractarnos. Un ejemplo muy básico por el que todos hemos pasado o estamos por pasar es cuando nos gusta alguna persona, el miedo al rechazo se nos activa y en nuestros pensamientos se potencian de tal forma que nos cohíbe y nos imposibilita incluso el mantener una conversación fluida con esa persona. Claro en una situación de estas intervienen muchos factores, aparte del miedo al rechazo, pero este miedo absolutamente irracional nos lleva incluso a nunca saber si esta persona nos podría haber correspondido. ¿Qué es lo peor que nos puede suceder en esta situación? Simple y sencillamente nos puede decir que no y al saber esto nuestra vida se nos aliviaría porque solamente nos queda descartarla como posible pareja y seguir adelante, de nada valdría seguir pensando en esa persona, el rechazo simplemente nos hace valorar algunos factores que nos puede llevar al éxito en posibles nuevas propuestas. Claro, el ejemplo es muy sencillo pero los seres humanos tenemos una gran capacidad para hacerlo todo más complejo de lo que realmente debería ser.
Puse este ejemplo del rechazo porque es quizás el factor miedo que más nos priva y nos separa de aquellas cosas que anhelamos. Por supuesto que existen miedos que nos salvan la vida, sabemos que si caemos de un puente nos podría quitar la vida, pero aquí es donde debo retomar el tema del peor panorama ante una posible situación. Toda decisión tiene un riesgo y consecuencias pero en muchas ocasiones estos factores suelen ser casi inofensivos y nos limitan de antemano. Por ejemplo, cuando un empleado tiene gran capacidad en sus labores, se puede considerar que él es importante para la empresa en la que labora; supongamos que el empleado tiene necesidad de un mejor salario, simplemente debería solicitar a su jefe o superior una breve reunión para conversar sobre una posibilidad de aumento. El peor panorama es que la respuesta sea: -en estos momentos no contamos con el flujo necesario para poder aprobar un incremento salarial, lo estaremos valorando a futuro.- Hasta ahí nada ha pasado, la vida sigue igual, difícilmente lo despidan, sabiendo el valor que tiene para la empresa, además que cualquier persona necesita un mejor ingreso económico, es normal. Pero este peor panorama suele convertirse en un monstruo en nuestras cabezas. Pero ¿qué tal si acceden a nuestra solicitud? ¿Cuánto podría mejorar nuestra vida?
El miedo, insisto, no es un buen negocio. Como experiencia de vida recuerdo como hace 10 años me habían despedido de mi primer trabajo asalariado después de casi 4 años de laborar, el motivo fue que la empresa no pudo renovar unos contratos importantes y por ende ya no podían seguir pagándome el salario, incluso al momento del despido ya me debían 3 meses de un salario base, que era lo que recibía mes a mes. Después del despido tomé una decisión difícil, lanzarme a modo Freelance y ofrecer mis servicios de diseño e ilustración para, poco a poco, introducirme en el mundo de la animación. La decisión no era fácil de tomar, mi panorama era muy complicado, pues no tenía ni siquiera un equipo de cómputo apto para realizar trabajos. Tuve que invertir todos mis ahorros en adquirir un equipo que rindiera lo suficiente. Luego de hacer la inversión, tan solo me quedaban $40 en mi cuenta y no tenía ni siquiera un prospecto de cliente en el horizonte.
Sin embargo el vencer el miedo tiene sus recompensas, a los pocos días un hermano me recomendó con unos amigos que necesitaban servicios de diseño para varios proyectos que estaban por iniciar. Esto fue mi arranque, al tiempo aparecieron nuevos clientes por recomendación y, por ende, fui ampliando mi cartera de clientes. Paralelamente crecieron mis habilidades y conocimientos en animación y junto con mis hermanos iniciamos una empresa de servicios de animación que nos trajo muy buenas experiencias, de esto hablaré en futuros artículos. Sin embargo la raíz de lo que estoy escribiendo es que el miedo está ahí presente, es algo muy humano pero debemos enfrentarlo y vencerlo. Si tenemos un portafolio de nuestros trabajos, tomemos el tiempo y enviémoslo a todos los lugares que se nos ocurra, lo peor que puede suceder es que no nos respondan o nos respondan negativamente, al final si recibimos una respuesta aunque sea negativa, nos dará pistas sobre lo que debemos mejorar.
Voy a concluir este artículo con una pregunta que me hizo una amiga hace 10 años cuando daba mis primeros pasos como Freelance: -estás muy joven ¿no te da miedo no tener un trabajo estable? Yo no podría.-
Esto me marcó y me confirmó que vencer el miedo es el mejor negocio de mi vida, porque 10 años después he logrado metas y sueños que quizás trabajando para alguna empresa, a la de menos, no hubiera alcanzado.
A mi criterio muy personal, de nada me satisface trabajar 40 años de mi vida en algo que no me atrae por conseguir una pensión, que no sé si es tan segura y que no sabré si realmente tendré la salud o la situación apta para sacarle provecho.
La vida, insisto, es un instante que no vale la pena vivirla con miedo, al final puede ser que la muerte nos alcance antes de lo esperado y no hayamos hecho nada más que sobrevivir y mantener nuestra “seguridad” y no me refiero solamente a aspectos económicos, al final el dinero es un medio y no un fin, debemos buscar la felicidad, porque a través de esta búsqueda no sólo mejora nuestra vida sino también el entorno y a los que nos rodean.
No quiero tampoco que me malinterpreten, conozco muchas personas felices y que se siente realizadas trabajando para alguna empresa, lo que realmente quiero hacer es reflexionar hasta dónde un miedo irracional se interpone en el camino hacia nuestras metas y sueños; pensemos en el peor panorama y si este no nos conduce a la muerte o afecte negativamente a quienes nos rodean pues me parece que cualquier intento es válido.
Como mencioné en el anterior artículo, nuestro tiempo es lo más valioso que tenemos y si lo vamos a perder por culpa de los miedos, al final de nuestros días tendremos muchas dudas y frustraciones, entonces pensaremos ¿para qué vinimos al mundo?
Vencer nuestros miedos es absolutamente satisfactorio y nos da una promesa de un mejor futuro, lo recomiendo por experiencia propia.
Gracias por tomarse el tiempo en leer este artículo, si algo de lo que escribo le inspira, le agradezco sus comentarios, mi interés es que sean artículos que ayuden a crecer, con solo una persona que, al leer esto, logre un cambio positivo en su vida, ya todo tendrá sentido.
Un fuerte abrazo, ¡su éxito es mi éxito!
Franco Céspedes